23.2.07

Juan José Millás

Juan José Millás es uno de mis escritores favoritos. Ayer encontré en su web un texto que me hizo reír como pocos. Es un poco largo para entrar en un solo post, así que lo voy a ir suministrando poco a poco.

Viaje al centro del aire acondicionado, por Juan José Millás
Me gané la vida durante algún tiempo en una multinacional cuyas oficinas madrileñas estaban situadas en un edificio inteligente, dotado de una refrigeración perspicaz a la que debo una bronquitis imperecedera o crónica. Durante los meses de julio y agosto trabajaba con un grueso jersey de cuello alto que me colocaba sobre la ropa de verano, y a media mañana salía a la calle para refugiarme durante unos minutos bajo una marquesina de autobús, muy castigada por el sol, hasta que me descongelaba como en el interior de un microondas, y volvía a subir para colocar a la derecha los papeles que antes había puesto a la izquierda. Un trabajo muy creativo que compartía con otras ocho o nueve personas profundamente divididas a favor y en contra de la refrigeración. Las pasiones que levantaba el frío artificial en aquel despacho sin ventanas eran de tal calibre que, cuando llegaba un empleado nuevo, no se le preguntaba sus ideas políticas, sus creencias religiosas o por su capacitación profesional, sino por sus tendencias climáticas.

Durante el tiempo que permanecí en aquella nevera, hubo dos guerras civiles dentro del edificio: la primera, entre detractores y admiradores del frío sintético; la segunda, más tarde, entre fumadores y ex fumadores. Yo perdí las dos, y aunque podría hablar con odio de los vencedores, he de reconocer que entre conflicto y conflicto estival se sucedieron largos inviernos de confraternización, amenizados por pasiones venéreas y festejos gastronómicos durante los que todo resultaba perfecto hasta que algún insensato sacaba a relucir el tema del aire acondicionado, cuya sola mención disparaba el odio ancestral entre los partidarios de las temperaturas altas y las temperaturas bajas.

Con los años, el edificio inteligente y saludable se fue volviendo tonto y enfermizo, de manera que no era raro que en enero escupiera frío y en agosto calor. Además, tenía halitosis y una tos seca sobrecogedora. Al mismo tiempo, sus ocupantes empezamos a padecer de las vías respiratorias. Por consejo del jefe de personal acudimos, en lugar de al médico, al técnico de mantenimiento, según el cual los conductos del edificio tonto estaban llenos de bacterias y microorganismos que sin duda eran los causantes de nuestras faringitis y migrañas. Un psicólogo industrial, por su parte, no dudó en afirmar que también debíamos a sus emanaciones el mal humor que a última hora de la tarde nos hacía discutir a muerte y tirarnos los archivadores a la cabeza por cualquier tontería.

Gracias a estas informaciones, el odio que había entre nosotros se volvió contra el edificio uniéndonos a frioleros y calurosos, fumadores y ex fumadores, creyentes y ateos, afiliados a Comisiones y a UGT, con tal fuerza que durante unos días volvimos a creer en la Historia, con mayúscula; en la lucha de clases, con minúscula, y en la "famélica legión", entre comillas. Hicimos tres o cuatro huelgas con resultado más bien pobres desde el punto de vista de las conquistas salariales, pero en su transcurso se formalizaron un par de relaciones sentimentales que acabarían en matrimonio.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Primi, veo que mucho mucho trabajo no tienes, eh? a juzgar por el tiempo que usas navegando...

Besos. EVA

23 febrero, 2007 14:39  
Blogger Aída said...

Oye, guapa... ¿qué sabes tú el trabajo que tengo? Hay tiempo para todo si se administra bien.

Qué ganas de fin de semana. Besos, primi.

23 febrero, 2007 15:48  
Anonymous Anónimo said...

Y tambien tiene tiempo para ir a ver El Cid de Burgos en Caballito


http://img253.imageshack.us/img253/5092/cidba9jz.jpg

23 febrero, 2007 18:43  
Blogger Aída said...

Y el anónimo de Recoleta que ha puesto el comentario anterior no sólo nunca tuvo tiempo de comprobar todo lo que se puede ver en Caballito sino que tampoco le dio tiempo a poner su nombre...

23 febrero, 2007 19:50  

Publicar un comentario

<< Home